Este lunes, 6 de noviembre, llega a
las librerías de toda España su nuevo libro titulado
Al
compás literario del tango, que recopila seis
estudios en los que se habla de la poesía de Rubén Darío
en las letras de Enrique Cadícamo, de las milonguitas, de las
parodias de textos literarios convertidas en tangos, de Mi noche triste
(considerado el primer tango-canción), de Discépolo y
de Homero Expósito, entre otros asuntos. Junto a estos seis ensayos
se publican cinco breves artículos sobre la relación del
tango con Federico García Lorca, Horacio Ferrer u Horacio Salgán,
entre otros nombres. ¿Cuál es la idea principal que quiere
transmitir con la publicación de este libro?
Cada estudio del libro transmite una idea distinta, así,
por ejemplo, en el de Darío y Cadícamo indico que el Modernismo
pervive en algunas letras del tango, o en el de las milonguitas refiero
cómo estas mujeres evolucionan desde las letras que las desdeñan
moralmente por haber decidido por propia voluntad abandonar el núcleo
familiar y llevar una vida nocturna en casas de baile o cabarets (en
tangos como Flor de fango o Ivette) hasta que logra la
admiración (Malena) pasando por la literatura (Griseta)
y la realidad de la miseria (Santa Milonguita). No obstante,
el conjunto puede presentar una idea firme de que en las letras de tango
hay elementos claramente literarios y de que esta música popular
no prescinde lo culto.
Anteriormente ya había profundizado en el tango con
Tango. Bailando con la literatura (Moreno Mejías, 2009)
¿Cómo surgió esta fascinación por esta música?
Allá por 1999, con motivo de escribirle en una carta (entonces
aún escribíamos cartas) mis gustos musicales, una chica
me recomendó que escuchara a Carlos Gardel, porque podría
gustarme. Y acertó. En aquellos años no era tan sencillo
conseguir la música que querías, salvo que la compraras
o alguien de tu entorno lo hiciera, así que me compré
un disco compacto recopilatorio de los llamados de serie media en Córdoba
donde residía como universitario. Recuerdo que la primera
vez que escuché Cuesta abajo, El día que me
quieras o Caminito en la voz de Gardel, encontré en
estos tangos evocaciones modernistas. Y desde entonces me aficioné
a escucharlo, tanto es así que en un par de exámenes,
al fallarme la memoria sobre el contenido de ciertos poetas de influencia
modernista, escribí sobre las letras de tango. Aprobé,
por cierto.
El prólogo de Al compás literario del tango está
escrito por Ariel Carrizo Pacheco, compositor y experto en tango y discípulo
de don Enrique Cadícamo ¿Cómo se conocieron?
A Ariel le estoy muy agradecido de que haya firmado este
fantástico prólogo a mi modesta obra, por ser una persona
con sabiduría e importancia dentro del mundo del tango; además,
contar con una persona que estuvo tan vinculada a don Enrique Cadícamo,
uno de los grandes autores del tango, me ha dado confianza. En verdad,
Ariel y yo nos pusimos en contacto mediante Facebook hace unos cinco
años y, desde entonces, hemos compartido impresiones sobre nuestros
artículos y el tango; espero conocerlo en persona en cuanto la
fortuna me permita visitar Argentina de nuevo.
A lo largo del libro aparecen datos curiosísimos sobre
la relación del tango y la literatura, por ejemplo como el primero
plagiaba literalmente los poemas de Rubén Darío; o bien
el tema de las milonguitas o la imagen femenina tan negativa en sus
letras. Logra, en todo el ensayo, que el lector encuentre los textos
amenísimos con la gran riqueza de anécdotas y datos que
aporta. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
Muchas gracias por las palabras acerca de mis escritos. Para
Tango. Bailando con la literatura, mi libro anterior de esta temática,
conseguí localizar y verificar un buen número de fuentes
fiables, porque sobre tango hay muchos libros y aún más
artículos en Internet que copian literal o casi literalmente
lo que otros autores ya habían escrito, apropiándose de
ello sin más, al no citar ninguna referencia; así que
para Al compás literario del tango ha sido más
sencillo la búsqueda de la información. En mi último
viaje a Argentina y a Uruguay, me hice con un buen surtido de libros
que no lograba encontrar en España (incluida una joyita como
la primera edición de El tango: su historia y evolución
de Horacio Ferrer publicada en la editorial Peña Lillo) y algunos
más recientes los pude conseguir por Internet.
Además es usted poeta y dirige un programa de literatura
en la radio y participa en revistas. ¿Es la literatura su gran
pasión?
Nunca me he planteado si es mi gran pasión, porque
tengo varias y la literatura es una de ellas.
¿Cómo surgió el título?
Mi intención con el título era el de mostrar la
dicotomía de la vida en dolor y alegría, ambos necesitándose
mutuamente. La sal proviene del tango «Malena» («Tu
canción se hace amarga en la sal del recuerdo»), que me
había convencido para darle motivos de este tango a dos de las
partes del poemario: «Pena de bandoneón» y «En
la sal del recuerdo». Y el aliento
Así, «aliento»
era el título de la primera parte del poemario y no quise desechar
la palabra.
¿Cómo fue su encuentro con Buenos Aires?
El primero fue en julio de 2007. Allí era invierno, la
ciudad estaba envuelta en una densa niebla, pero por lo general y, pese
a las advertencias de amistades argentinas, la ciudad fue acogedora
y siempre dábamos con alguien cuyo abuelo, abuela, padre o madre
habían sido españoles. Un amigo tanguero (Ángel
Mario Herreros, al que saludo desde estas líneas) me llevó
a sitios emblemáticos del tango (Café de los Angelitos,
el barrio de Pompeya, el Viejo Almacén
) o de la ciudad
(Los 36 billares, Café Tortoni
) y a varias milongas, me
explicaba los códigos, me contaba anécdotas e íbamos
a escuchar a orquestas típicas. En la ciudad el tango está
muy presente y forma parte de su atractivo, tanto para el turismo como
para cualquier persona de allí. Y luego me fascinaron las librerías
de la calle Corrientes, a las que dedicaba horas y horas perdido en
sus pasillos y estanterías. La segunda vez que fui, le dediqué
una semana a Montevideo, porque el tango no es exclusivo de Buenos Aires,
sino que pertenece al Río de la Plata; es más, en Montevideo
se estrenó en 1916 (quizá antes, pero se acepta esta fecha)
La cumparsita, el tango más conocido, más difundido y
más grabado; Montevideo es una ciudad muy amable, menos agresiva
en el turismo, con muchas librerías de segunda mano llenas de
volúmenes del siglo XIX (a muy buen precio para un español),
y con una comida excelente.
¿Qué posee el tango que no tiene otro tipo de
música?
Quizá, uno de los factores que le diferencien de otros
estilos musicales es su voluntad de pervivencia, de adaptarse a los
tiempos y las historias que le rodean más allá de lo propiamente
musical. Sus orígenes están llenos de mitos, como un supuesto
origen africano o prostibulario, que lo hace exótico o atractivo,
pero, si escuchamos las grabaciones más antiguas de tango (primeros
años del siglo XX), nos recuerda más al cuplé y
a la música europea de unas décadas antes. Sin duda, fue
popular, del pueblo, conquistó a las clases sociales acomodadas
y se difundió sin fronteras por todo el mundo. Con el tango-canción
y poco después con el fin de la Guardia Vieja y el comienzo
de la Nueva, el tango se renovó y aparecieron letras cada
vez más cuidadas, muchas de las cuales se convirtieron en himnos
que difundió como nadie Carlos Gardel, una de las grandes voces
del siglo XX y un icono de la música. Más tarde, volvió
a actualizarse con el llamado tango de vanguardia, gracias al gran e
imprescindible Astor Piazzolla y fue tal su impronta que llegaría
a la fusión con otros estilos. El tango también fue perseguido
en distintas dictaduras argentinas y sufrió la censura que buscaba
eliminar, no solamente el rastro moral del alcohol o el sexo, sino también
sus marcas características de expresión formal, por ejemplo,
el voseo y el lunfardo. Sin duda, el baile ha ayudado mucho a su difusión
y pervivencia: intimidad, confianza y seducción se asocian a
él; el público queda deslumbrado ante la danza e, incluso,
el cine ha ayudado en divulgar una faceta sensual (pienso en el cine
clásico con el baile de Rodolfo Valentino de Los cuatro jinetes
del apocalipsis y, en el más moderno, de Al Pacino en Perfume
de mujer; aquí valdría como complemento y contraste
que en Con faldas y a lo loco el millonario Osgoord se prendara de la
Daphne interpretado por Jack Lemmon bailando un tango). Las demás
artes han ayudado a hacerlo más conocido, como en los teatros
populares en los que se añadía un tango al guion así
triunfó Mi noche triste, los letristas escribían
poesía (Enrique Cadícamo u Homero Expósito, por
ejemplo) y los poetas escribían letras (cito a Nira Etchenique
o a Jorge Luis Borges), y los novelistas (desde Manuel Puig a Arturo
Pérez-Reverte) se han sentido atraídos por el tango. Y
no quiero dejar atrás la polémica que siempre ha levantado,
como su machismo aunque esto es algo que comparte con muchos estilos
del siglo XX, por ejemplo, el rock o su capacidad de perversión
moral, que llevó, lleno de curiosidad, a algún que otro
Papa a contemplar el baile para decidir si le daba su bendición.
Las
salinas del aliento (editorial Cuadernos del Laberinto) un
nuevo libro que refleja, principalmente, una nueva vida: la de su hija.
¿El proceso de escritura coincidió con el de gestación?
Las salinas del aliento se divide en tres partes. La
primera en su totalidad y parte de la segunda fueron escritas durante
el embarazo. En cuanto a la tercera y a algunos poemas de la segunda,
se crearon tras el nacimiento. En verdad, fue este hecho el determinante
para revisar el conjunto de poemas y darle la forma que ahora tiene.
¿Su poesía está llena de amor y compasión
Desde que existes/ temo que te duela/ la herida de la vida.
¿Ha cambiado la paternidad en su forma de escribir, incluso de
leer?
Totalmente, en especial la de escribir, porque los motivos e impulsos
de mis versos son más intensos. O esa es la sensación
que tengo.
¿Cómo ha influido el tango en su literatura?
El tono melancólico y triste del tango se percibe
en mi primer poemario, El desnudo y la tormenta (2009), continúa
en Loco afán (2011) y se va desvaneciendo en El fuego
que no se extingue (2011); sin embargo, en Las salinas del aliento
la sugerencia llega mediante motivos de los tangos de Homero Expósito,
Homero Manzi o Enrique Cadícamo.
¿Es usted un gran transmisor de literatura, de poesía,
como los antiguos juglares?
Gracias por lo de «gran transmisor», pero creo que
es exagerado. Sí puedo afirmar que desde 2008 he intentado acercar
la literatura y, en concreto, la poesía al público desde
la radio, desde distintas publicaciones como Saigón de
la que soy responsable, y con actividades culturales. He pretendido,
especialmente, llegar al público joven y lo he conseguido en
varias ocasiones. Es una sensación maravillosa que un chaval
de 15 años prefiera leer en un recital abierto algún poema
de Bécquer o de otro autor a estar en el botellón.
¿Luis Alberto de Cuenca le rinde un homenaje en el prólogo
que abre el libro ¿Es una admiración mutua?
No hay palabras suficientes para agradecer a Luis Alberto
el prólogo de Las salinas del aliento. Aunque lo había
leído, tuve la suerte de conocerlo en 2007, con motivo de entrevistarle
para la revista Saigón, y, motivado por esto, releí su
poesía y me cautivó. Tanto es así que desde mi
primer poemario he pretendido mostrar mi admiración en citas
o en versos que lo recuerden.
¿Cómo surgió el título?
Mi intención con el título era el de mostrar la
dicotomía de la vida en dolor y alegría, ambos necesitándose
mutuamente. La sal proviene del tango «Malena» («Tu
canción se hace amarga en la sal del recuerdo»), que me
había convencido para darle motivos de este tango a dos de las
partes del poemario: «Pena de bandoneón» y «En
la sal del recuerdo». Y el aliento
Así, «aliento»
era el título de la primera parte del poemario y no quise desechar
la palabra.
Los últimos versos del libro son un profundo poema de
amor. (Guárdame en la marítima amplitud de tus ojos,
/para que me vaya y vuelva entre brisas y olas, /hasta que me deshagan
tus párpados de arena, /hasta que me disuelva en
la sal del recuerdo.)
Muchas gracias por sus palabras. El poema que cierra el libro es de
los que más me gustan del conjunto, porque remata la tercera
parte del libro (la de la hija ya nacida) y porque recoge algunos motivos
diseminados por el poemario para crear un poema nuevo.
El poemario acaba con una sabia recomendación: A
los que leen y a los que me leen. Seguid, al menos, haciendo lo primero.
Es un lema que tengo desde mi primera publicación. Creo que es
un buen modo de incitar a la lectura y, además, es una cita que
no olvidan fácilmente quienes la leen, según me comentan.
¿Cuál es su libro de poesía de cabecera,
ese que casi se sabe de memoria?
La obra poética de Miguel Hernández y, de todos sus títulos,
El rayo que no cesa. El verso, el soneto, la temática, los recursos
y las imágenes siempre son un aliciente para tenerlo en mi memoria.
Mi alumnado se sorprende de que sea capaz de recitarles de memoria la
«Elegía a Ramón Sijé». Si supieran
que me sé más poemas de ese libro
¿Con que título reciente se ha quitado el sombrero?
Sucesión de lunas de Jesús Cárdenas, en
especial, los poemas de la primera parte.
¿Tiene libro electrónico? ¿Cree que finalmente
acabarán con el libro en papel?
Tuve uno que se dejó de funcionar y no me he preocupado por tener
otro. Me gustaba el libro electrónico por la cantidad de obras
que podía tener a mano (ahora las llevo en el móvil),
pero no lo echo de menos. Es más, prefiero el libro de papel
para obras que me gustan y que son únicas: abrirlo, cerrarlo
y hojear en un vistazo pasando páginas es un placer que no te
da el electrónico. Con el tiempo, el electrónico le ganará
el terreno al papel, pero primero tiene que adueñarse del gusto
que da leer un libro de papel.
Al
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Las
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47 Manuel Guerrero Cabrera anuncia que va a ser padre. Padre de los versos recogidos bajo el título de Las salinas del aliento, así como de una hija, Malena... <<Más>> |