Pero la poesía siempre pone en
juego un tiempo anterior; lo
mismo que Apolo, el dios griego, cuyos dos atributos son la lira
y el arco de flechas, porque brinda sus canciones pero es el
dios que hiere de lejos.
Los amores son de madera y la madera se extrae del bosque.
En el paisaje hay siempre una sensación de alusión
que cifra
las verdades humanas. Se describe la luz de la hora o el atardecer
y lo que se ve son las edades o los distintos tiempos de
la vida del hombre; se menciona el invierno pero se está
hablando de la muerte. El bosque es un lugar de sugerencia
poética y de enigma donde los árboles enraízan
(porque las
raíces son lo esencial, lo más bello, que nos hace
y no nos
abandona) y donde los caminos se desdibujan, porque el bosque
es un espacio fronterizo en que líneas y ramas se entrelazan
y
lindan, así como la poesía franquea los límites
del hombre (el
tiempo la muerte, el mundo los otros) y hace comparecer
todo aquello cuanto amamos. Conocemos el bosque, naturaleza
o poema, como un paraje de convivencia de los amantes, los
vivos y los muertos, donde las arrugas en la corteza se escriben
como la memoria y donde la madera se hace leña, como
nuestra vivencia se tala y se talla. Los árboles mueren
cada
otoño y los incendios son terribles, pero hay algo más
esencial
que renace y retorna. Quizá el bosque es un testimonio
de
nuestra estancia en el mundo, y por eso la poesía toma
las formas
de la lira y el arco, porque lo nuestro se mide entre las
canciones (la belleza) y las flechas (la muerte).
MENSAJE
Klavierstück op. 19 n.6 (1911),
A. Schoenberg.
El Norte y el Sur
hieren la medida de la tierra.
¡Dos polos, solamente! Como
flechas quebrando la saeta del cielo.
Y las regiones que moramos,
de roca o de mar, de peso o de aire,
se rompen en esta canción terrena.
Norte y Sur, geometría trágica,
la grieta que habitamos.
La tierra en duelo nos mancha de polvo,
hacedora de allás y de dóndes.
¡Vida, Infierno!
Pero cuando un ángel va a morir
(frágil y blanco alado y lejano)
busca un ser terreno,
ya sea pescador o poeta,
y lo lleva a su barca y bailan su danza.
Y en su canción, de luz y de muerte,
se alcanzan lugares donde la tierra no se mide
porque no hay tierra.
Entonces la mañana es bella
y levemente se asciende, in memoriam.
El autor: Á. Álvaro Martín
del Burgo
Como pianista ha actuado en salas como el Auditorio Nacional,
los Teatros del Canal, el Auditorio Ciudad de León, etc.,
tocando como solista con orquestas como la Orquesta del Real Sitio,
la O. Sinfónica Amaniel y la Joven Orquesta Leonesa (JOL)-Joven
Orquesta Provincial de Málaga (JOPMA). Ha sido galardonado
como Pianista solista clásico premiado por la
Fundación Miguel Ángel Colmenero, y ha recibido
premios en el Concurso al talento de la Fundación Katarina
Gurska, el Concurso Nacional de Jóvenes Pianistas Ciudad
de Albacete (Juventudes Musicales), el Premio Internacional de
Interpretación Great Composers Competition, el Concurso
Ciutat de Carlet, el IX Concurso de Música de Cámara
«Ciudad de Ávila» (Juventudes Musicales) o
el 5th International Chamber Music Competition (V Turniej Kameralny,
Polonia).
Estudiante de Filosofía, ha obtenido el primer premio
en la Olimpiada Filosófica de la C. de Madrid. Ha escrito
ensayo en la revista Paideía y en la ed. Incipit
Philosophia, así como ha colaborado en antologías
colectivas de poesía. Ha publicado los poemariosY en el aire, los adioses y
Según
contaba el molinero (Editorial Cuadernos del Laberinto), además
de, en colaboración con Ángela Martín del
Burgo, la obra de teatro El idiota (Ediciones Irreverentes).
Presentación de "Los
amores de madera". Madrid (Corte Inglés. 12/02/2019)
El poeta Á. Álvaro
Martín del Burgo en Eiberoamericana Radio (junio, /2019)
Á. Álvaro Martín
del Burgo y su poemario " Los amores de madera" en Radio
Getafe (marzo 2020)