Coleccción ANAQUEL DE NARRATIVA, nº
26
I.S.B.N: 978 84 123537-1-6
154 páginas 17 €
Prólogo: José Carlos Rodrigo Breto
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Estos dieciocho Relatos piezoeléctricos
son una chispa de luz que enciende una llama duradera en el interior
del lector, tal como su título indica. Son todas ellas,
historias que logran transmitir un mensaje de y para la vida.
Domingo Díaz Asensio nos redescubre el lado más
amable del mundo sin restar un ápice de realidad gracias
a una prosa seductora, repleta de momentos desternillantes, a
veces terribles, y casi siempre desbordantes de humanidad.
Relatos y microrrelatos que esconden situaciones y personajes
cargados de ambigüedad, que nos recuerdan la pasión
por el tango que un padre trasmitió a su hijo, la vida
que se esconde en un jardín, cómo la belleza puede
nacer en la magia de un invento tan especial como es el caleidoscopio,
la sabiduría que encierran los árboles, un viaje
por Yatchilán o la historia ancestral del Monte Urquiola.
Historias escritas con un lenguaje rítmico y elegante que
hacen de este libro la confirmación literaria de un escritor
que ya deslumbró con sus anteriores obras.
Domingo Díaz Asensio
(Aranjuez (Madrid), 1956.
Ingeniero Superior de Telecomuni-cación por la E.T.S.I.
de Madrid. Además ha realizado estudios de Historia, Sociología,
Literatura, Geografía, Matemáticas y Física
Cuántica.
Se inició en la poesía de la mano del premiado poeta
costarricense Laureano Albán y formó parte del Grupo
Aranjuez de Poesía Trascendentalista.
Publicó en 2013 su primer poemario "Listo ya para
la Hoguera" (Editorial Doce Calles); en 2015 fue galardonado
con el primer premio, modalidad prosa, por su relato "Sola,
fané y descangayada" en el Certamen Literario «Mano
a mano con Gardel» (Editorial Ende) y en 2016 participa
en la antología "El séquito de Talía"
(Editorial Yagruma).
Prólogo. Por José Carlos Rodrigo
Breto
Han transcurrido ya un buen puñado
de años desde que conocí a Domingo Díaz Asensio
y puedo afirmar, sin equivocarme, que siempre la literatura ocupaba
una gran parte de sus pensamientos. Primero fue la poesía,
después la narrativa, siempre con un programa de escrituras
bulléndole dentro. Domingo es un escritor con un esquema
mental de sus obras muy claro, quizás porque es ingeniero,
y concibe la edificación de sus textos de una forma casi
arquitectónica.
Producto de ese afán narrativo y constructivo es este libro
que ahora, lector, proteges con tus manos. Por eso, Domingo realiza
una división calculada entre las dos partes de estos Relatos
piezoeléctricos. La primera parte, de título
significativo, La vida y sus espejos, recupera la función
primordial de la literatura, ser un espejo que refleje los aconteceres
de la existencia y, sobre todo, los miedos que nos atenazan y
que forman parte de nuestra cualidad de humanos.
Por eso, en La vida y sus espejos asistimos a un recorrido
por los topos fundamentales que han configurado el imaginario
más clásico de la narrativa: la figura del padre
y la infancia en el magnífico relato Sola, fané
y descangayada; la mirada a un pasado que, tal y como afirmó
el escritor británico Leslie Poles Hartley: «es un
país extranjero». Domingo trata de rehabitar ese
país extranjero mediante el recuerdo, y convertirlo en
una tierra amable y propia.
En El pozo, otro motivo eterno del imaginario, aparece
el miedo, el terrible tránsito que abarca ese recorrido
que nos puede conducir de la oscuridad a la luz, todo ello en
un tono algo kafkiano. El ciego resulta un relato complementario
al anterior, juntos conforman un díptico, de nuevo la forma
de habitar la luz desde las tinieblas. Y Los semidioses,
de elevado tono simbólico, es una reflexión borgiana
sobre la creación y la belleza.
Cierto humor irónico aparece en Menos con la lotería,
sobre anhelos y decepciones, sobre creencias y fracasos; en El
caleidoscopio se aborda la infancia y las diferentes formas
de mirar y de percibir las muchas realidades que nos rodean; en
Humano como Jesucristo, aparece una cuestión tan
humana como es la duda.La primera parte del libro termina con
La moneda, acerca de una casualidad que tal vez no lo sea, quizás
sea destino, y cómo ese destino incomprensible marca los
caminos que elegimos en nuestra vida.
La segunda parte del libro se titula Código Morse,
también con mucho simbolismo. Si en la parte anterior hemos
asistido a relatos que se sustentaban en las dudas y miedos humanos,
siempre con una salida hacia la luz, en esta sección abundan
ciertas señales que vamos encontrando en nuestro camino,
léase nuestra vida, y que necesitamos decodificar para
comprenderlas. Hay un código morse en lo que nos rodea,
en la naturaleza, y si somos capaces de comprenderlo podremos
acceder a un conocimiento superior.
Un primer símbolo se encuentra en el relato que abre la
serie, La puerta; al que sigue la interesante ucronía
de La leyenda de las Torres Gemelas, para en El árbol
maestro condensar gran parte del imaginario que Domingo despliega
en el libro, siempre positivo y ascensional el pozo, las
propias Torres Gemelas, el caleidoscopio que debemos elevar para
poder revelar sus dibujos ante la luz; la originalísima
pieza Vibram da paso a un cambio de tono en esta sección,
que incluye relatos breves para culminar con Monte Urquiola.
En Relatos piezoeléctricos hay un lugar para la
ironía, la sátira, el humor reflexivo, pero también
para la angustia y cierta desazón, que se complementan
con el asombro que hallamos en los microrrelatos Guía
del suicida y Suicidio.
Evidentemente, este pequeño y breve prólogo no es
el lugar adecuado para extenderme en un análisis profundo
de los elementos recurrentes que Domingo nos ofrece, como ocurre
en El pozo. ¿Quiénes luchan o quiénes
luchamos por no ahogarnos en el pozo? El autor, desde luego, se
sirve de esta poderosa y angustiosa imagen, una situación
desesperada, para mostrarnos la forma en la que se siente tras
tantos años de contemplación de una realidad que
le disgusta. Pero no se trata solo de él, porque el personaje
que lucha por sobrevivir es algo más que un arquetipo:
es nuestra propia conciencia moral y social.
En efecto, conciencia moral y social, porque los textos que conforman
este libro albergan ese espíritu reivindicativo de mostrar
cautelosamente algunos de los males que actualmente minan nuestras
fuerzas. Domingo nos habla de ecología otorgando voz al
Monte Urquiola, de esperanzas, miseria y fortuna en el ya mencionado
relato de la lotería, de la familia, en una de las cimas
del libro el justamente premiado relato sobre el tango.
Por este motivo, la narrativa de Domingo alberga un luminoso poso
de optimismo. Siempre queda algo a lo que agarrarse, sustentarse,
asirse, para aguantar y proseguir adelante con fuerzas renovadas.
Detrás del amargo final del relato de la lotería
podemos encontrar un rastro de esperanza porque el ser humano
se construye a base de decepciones y nuevas ilusiones. En el acertado
recurso de otorgar voz al Monte Urquiola podemos encontrar la
llamada salvadora de la naturaleza. Quizás, por ello, sea
el relato que cierra del libro.
De igual forma, en esta narrativa, nos topamos con la idea más
espiritual de su autor, que nos nutre del poder suficiente para
continuar adelante: el poder de la escritura. Es ahí en
donde la idea que Domingo sostiene sobre la literatura se desarrolla
en toda su magnitud. En eso radica la fuerza del libro que ahora
sostienes en tus manos, lector. No la desaproveches.
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