Coleccción Berbiquí de poesía,
nº24
222 páginas I.S.B.N: 978-84-121309-4-2 15€
Prólogo: JUAN MIGUEL DOMÍNGUEZ PRIETO
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Este libro está escrito a lo largo de treinta y tres
años, al ritmo de la celebración de la Navidad,
y ha brotado del manantial de los textos bíblicos
y litúrgicos de esta fiesta, y de la vivencia personal
del misterio celebrado. Es ésta una poesía
de silencio y palabra, de noche y de luz, de cielo y tierra
unidos en la carne de un Niño, que hace luz la nuestra,
de oración y asombro ante el escándalo de
la Encarnación, despojo que nos enriquece, empequeñecimiento
que nos engrandece y diviniza. Todo el libro es contemplación,
adoración, júbilo, alabanza y súplica
ante el misterio de la Encarnación de Dios, que da
su verdadero sentido a la vida humana y al devenir de la
historia, que han de alcanzar su plena transfiguración
en el Hijo de Dios hecho hombre.
El autor: Marcos Rincón Cruz
(Almagro, 1938), franciscano, docente
y escritor, nos ofrece una tercera edición de su
poemario Hizo luz nuestra carne, con veinte poemas
nuevos, algunas correcciones y una nueva versión
de varios de las ediciones anteriores.
Son diez sus libros de poesía publicados, todos de
trasfondo religioso, cuatro de ellos estrictamente religiosos.
Son éstos: El Asombro y la Niebla, Certeza, Tú,
en la luz y en la noche (Salmos), Hizo
luz nuestra carne (Poemas del misterio de la Navidad),
¡Sueño primero, resplandor aún!, La
noche de la paloma, Defensa del Crepúsculo, Umbral
de plenitud,
La paciencia de la lámpara y
Hojas
con aroma aún.
Además de algunos artículos en revistas, ha
publicado dos libros sobre los Franciscanos de Castilla
martirizados durante la guerra civil española de
1936-1939, cuya Causa de beatificación tiene encomendada.
PRESAGIOS
Cual blancura azulándose del cielo que nos nace,
la mirada, los sueños a la dicha despiertan,
y nunca muere el niño, que Belén es eterno,
el tiempo se renueva por ser siempre esperanza,
por nevar el asombro desde ojos siempre auroras,
porque ya lo alimentan raíces inmortales,
ángeles como estrellas le encienden ya sus pétalos,
y el insomnio del viento maternos brazos brizan.
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