Juan Guerrero Sánchez, EXCÉNTRICO

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Entrevistas: JUAN GUERRERO SÁNCHEZ
No pretendo exponer moralejas, no sé nada de eso
Juan Guerrero Sánchez

— ¿Acaba de publicar su primera novela, con gran éxito, Excéntrico. ¿Qué argumentos usaría para convencer a nuevos lectores de la necesidad de incorporar Excéntrico a sus bibliotecas?
— No querría aspirar a convencer a nadie usando argumentos muy delimitados a mis propias convicciones. Me interesa el arte que provoca la exégesis. Si después de la posible experiencia íntima que pueda provocarte ése arte, hay una invasión interior, ya se ha ganado. Luego, sin delimitaciones temporales, repetir visitas en busca de nuevas y distintas emociones, ya es más que trascendental. Y claro, las post-reinterpretaciones son importantes. He pretendido marcar mi tendencia a re-investigar todo lo que me agarra. Y Excéntrico requiere reinterpretaciones.

Pueden "arriesgarse" también a leer Excéntrico aquellos lectores que continúen delimitados a leer historias cómodamente diseñadas para pasar por ellas de puntillas, sería una experiencia. Y no digo con una connotación negativa lo de pasar "de puntillas". Es como bracear en un mar calmado, bajo un sol agradable, algo muy recomendable. Valoro ésa literatura, hay de todo y debe haber variedad, pero no la van a encontrar en mis historias. Excéntrico es un laberinto, entendido como una confusión constante, y también como lo indica textualmente la Real Academia Española: "Lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida". A quién le atraigan los laberintos en los que se puedan topar con calles hechas de pensamientos, auto-análisis y conversaciones introspectivas, pasión, deseo, turbación, lírica, alucinaciones, meta-realidad al fin y al cabo, con Excéntrico pueden pasar buenos momentos. Sólo que este mar es azul oscuro, casi negro y está un poco picado, y el cielo está a punto de gruñir y de destellar.

Excéntrico está hecho de pequeñas historias conectadas, que podrían ser independientes también. Se debe leer con calma, y mi escritura es intrincada, refractaria con su propio existir, emocional, caótica, como yo…


— En la novela se indica que el ser humano está compuesto por sensaciones y pensamientos que se dejan llevar sugiriendo lo complicado que resulta sentirse cómodo dentro de la posición social ¿Es Excéntrico una forma de rebeldía? ¿Es una lucha social usando el arte como arma?
— Quizá desde alguno de los puntos de vistas, sí. La rebeldía que empieza en uno mismo, la resistencia a lo "normal" cuando uno no se encuentra reflejado en su espejo, o a los clichés. Y analizar nuestra educación, canalizando la ceguera interior causada por tanto imput extrínseco. Sí, puede ser una rebeldía relativa a la obediencia de la consciencia como reflejo de lo que realmente somos.

Excéntrico es desvanecerse sin advertirlo del paisaje, y el flujo de pensamiento, los silencios naturales, la introspección. La lucha es más personal, es convertir tabiques en espejos. No es una lucha social.

No soy una persona individualista, ni pretendo ser un escritor dogmático, soy inseguro por naturaleza. Yo hablo de lo que pasa por los mundos interiores de mis personajes, como parte de mis propios ritos de esparcimiento, de mis intentos de poetizar la subsistencia. No pretendo exponer moralejas, no sé nada de eso.


— ¿Cómo ha sido el proceso de creación del libro? ¿Cómo se documentó y cuánto tardó en escribirlo?
— Primera y la segunda pregunta: incoherente, sin patrones. Ha sido como armar un puzle en el tiempo, con retazos de emociones, mucha lectura, conversaciones, montones de galerías de arte, virtuales y físicas, canciones, programas de radio, pensamientos indelebles de mis viajes de trabajo, en el coche, en los hoteles, en el avión. Y notas por todos sitios…

Tercera pregunta: he tardado quizá un año y medio en armarlo y desarmarlo. Una reconstrucción que hubiera podido ser inagotable. Es como un paisaje onírico en el que me he movido continuamente y en el que nada estaba jamás en orden. Y sigo desconcertado.


— Siendo un escritor novel que sólo contaba en su haber con un par de relatos publicados ¿cómo resultó de complicada la búsqueda de editorial? Creo que todo empezó por una noche de juerga y una apuesta, ¿es así?
— Sí. Llevo toda la vida escribiendo y una noche de vinos, yo que soy muy invasor en mis conversaciones con la gente que quiero, y que me lo permite, se abrió esa puerta. Hablábamos sobre la inconstancia, de lo importante que es hacer lo que realmente nos gusta. Divagábamos con que sólo tenemos una vida, y que no se puede estar esperando un milagro, hay que provocarlo. Después de mis intervenciones trascendentales, por el alcohol, me preguntaron: ¿Y tú, que llevas toda la vida escribiendo y no pruebas a presentarte a un concurso, o enviar un manuscrito a una editorial? Al día siguiente lo hice. Escribí a seis o siete editoriales que me gustaban. Soy un amante del libro, y Cuadernos del Laberinto lo hace tan bien…, tiene un gran catálogo de artistas con talento y cuida sus libros. Y funcionó…

— La novela está compuesta por multitud de personajes que se mezclan en un escenario real y fingido ¿hay partes autobiográficas? ¿se ha inspirado en personas de su entorno para trazar los rasgos básicos?
— La realidad es una de las muchas concreciones del hombre. Nadie mira desde dentro de otra persona. Es posible que si pudiéramos hacer algo así, nos sorprendería que el mundo pudiera ser otro muy diferente al que conocemos.

En Excéntrico la historia se desarrolla en el interior de los personajes, está hecho de meditaciones, y no de ficción, de indagar en la reflexión ante diferentes percepciones de la realidad. Además, nadie es igual por dentro que por fuera, ¿quién exterioriza la mayoría de sus pensamientos sin customizarlos a su objetivo? Hay autobiografía en los sistemas, en las fórmulas y procedimientos, pero no en las tramas, que son muchas. Alguno de los sentimiento, las referencias culturales, la pasión contenida y el lirismo de algunos trazos son muy yo, pero quede claro que yo todavía no sé quién soy y no puedo ofrecer un sí absoluto, dejémoslo en un puede.

Y no, no me he inspirado en personas para esbozar los rasgos básicos. Sí ciertos detalles, aspectos físicos, elucubraciones y atracciones particulares, y mi propia percepción de la realidad.

— El narrador principal, el psiquiatra, es un mentiroso, o al menos llena con ficción lo que no conoce de sus pacientes. Es ésta una forma complicada de llevar a los personajes por la novela ya que el lector no tiene certeza de una realidad. ¿Ha buscado este caos conscientemente? ¿Es como la tercera ley de Termodinámica en donde el caos es el generador de la materia?
Todos los medios tachan de mentiroso al narrador de Excéntrico, y yo no lo logro comprender, no estoy de acuerdo. Si el libro se desarrolla entre abstracciones y en conversaciones con el yo más intrínseco, y con sus análisis, juicios o voces inquisidoras, jurado al que pertenecemos todos de alguna forma, ¿dónde está la mentira? Todos pensamos y decidimos en muchas ocasiones sin temor a equivocarnos. Podemos odiar toda una vida a alguien que nos trató mal con quince años, cuando ambos éramos unos niños, es tan absurdo. Todos, con una batería de detalles que consideramos precisos y suficientes, nos hacemos a la idea de cómo son los demás, de qué les puede haber pasado, y con nuestros veredictos, les confinamos a un lugar cruel, triste, envidiable o misterioso. En nuestras cabezas somos todos unos mentirosos, entonces.

Además el psiquiatra habla con el lector continuamente, y confiesa sus propias mentiras. A mí me parece un tipo honesto.

El caos, para mí y teniendo en cuenta que hay gran variedad de intensidades, como que el cero grados nunca es absoluto, es el principio del orden. Esto es muy sencillo, y según mi ángulo es de sentido común: ¿Cómo se organiza algo que no necesita orden? ¿Hacer algo que ya está hecho? Más que generar materia, forja un camino mediante un proceso en el que nada es indiscutible. Y las interpretaciones, emociones, sensateces y sentencias, o decisiones, nacen de algo que no está simplificado o sistematizado aún, necesita dedicación. Lo dejó claro Machado: Al andar se hace el camino. No existen las metas absolutas, después de cruzar la línea siempre hay más.

¿En Narcisuss, el pintor de la novela, se le descubre un gusto por lo prerrafaelita, ¿Es fruto de su, digamos, "segunda vida en England"?
En parte sí. Inglaterra es un bellísimo país, un propulsor del arte. Museos gratuitos, o de precios simbólicos, y llenos de gente, eventos constantes, inversión, o la propia cultura y el profundo interés del pueblo por ella. En nuestro país el arte es nuestro mejor tesoro, el talento natural, la fuerza de nuestro instinto, el estilo y el talento son intrínsecos en nuestra naturaleza, y pienso que no se está gestionando de una forma adecuada, y aquí la política hace un papel muy importante. Inversión, inversión e inversión.

Viví algo más de un año en Inglaterra y allí disfruté mucho del arte en general. La oferta era, y es, ingente. A los Prerrafaelitas los he admirado siempre, pero los descubrí en profundidad gracias a Laura Font, mi mejor amiga, que además vive en Cambridge. Ambos trabajamos para la editorial de la universidad, ella allí y yo en España. Viajo continuamente al Reino Unido y disfruto enormemente de su oferta cultural y los Prerrafaelitas me encantan. Son una fuente de inspiración inagotable, un verdadero caudal de belleza, una biblioteca de segundas lecturas, de mensajes, de reinterpretaciones, de color, un golpe pasional a los sentidos. Emociones que también me despiertan las teorías, la mitología o el Fluxismo.

Es llamativa la atracción del psiquiatra por su paciente Laura, casi irrefrenable. Háblenos de ello.
Sí, sí, es irrefrenable. Hay pasiones que, al ser pura química, no tienen contención. Aquí entra la insoportable levedad del ser, y si se prende la mecha, se pierden las formas. El psiquiatra no logra escapar de la atracción que siente por Laura.
Cuando te ocurre algo así, ¿qué se debe hacer? Todo esto está dirigido por el pudor, la tiranía de lo correcto o la lealtad a tu realidad amorosa, porque no es lo mismo que te ocurra algo así soltero, que casado y con una familia. A veces, y remarco, a veces incluso puede que ya seas feliz y que estés, digamos, satisfecho, o que creas que eres feliz y asumes que tu satisfacción es proporcionada a tus expectativas y decides dejarlo pasar, o romper con todo y lanzarte. El psiquiatra no puede parar. Medir es una de las labores más complicadas en la vida.

El lector que termina de leer Excéntrico. , comprende mucho mejor esta atracción desenfrenada, esos encuentros faltos de compromiso. A veces enloquecemos con la simple necesidad de experimentar placer, de sentir llamaradas recorrer la piel, y que nos falte el aliento sin ningún signo de inferencia, tan sólo el momento de enloquecer en esos brazos. Lo que pasa es que somos un animal muy complejo y, o nos pasamos, o nos quedamos cortos. El psicólogo lo pasa mal… Pero hay que llegar a las últimas páginas para comprender su apasionado poema dramático.

Algo que se aprende con Excéntrico es que no es bueno juzgar a nadie. ¿Podría ser un resumen ético de la novela?
No pretendo usar la ética en mi historia con idea de aconsejar al lector en nada. Excéntrico no es, en ningún caso, un libro de autoayuda. Además, todos somos diferentes y tenemos una forma diversa de entender lo que es juzgar a los demás. Lo que para algunos es impensable, para otros es el día a día. Y no hablo de delitos, sino de las simples cosas.

Por mi salud mental trato de aprender a no meterme en la vida de los demás, y puestos, prefiero justificar a señalar, pero no pretendo demostrar nada con lo que digo, ni aconsejar a nadie. Cada uno que sujete su vela. Puede que inconscientemente lo muestre con la escritura. Aunque, ¿de qué sirve?

Si consigo con el libro que alguien se insubordine, aunque sea momentáneamente, de invertir tiempo en señalar a los demás, y que éste sea un efecto de su propia interpretación de mensajes que encuentre en Excéntrico, estupendo, pero no es una pretensión.

Como lector se tiene la sensación de estar leyendo un puzle que va encajando poco a poco, pero con algunas piezas difíciles de encajar ¿es un juego literario buscado, o cómo surgió este efecto?
—Eso es lo que buscaba desde el momento en el que entendí que el primer manuscrito, en bruto, estaba terminado. Por eso las historias son cortas, si el lector tiene esa sensación es que no era tan loca la idea. Y sí, hay piezas difíciles de encajar. Cuando me sentaba a escribir Excéntrico, me dejaba llevar por cómo me sentía en ese momento y vomitaba sobre los personajes y sus vivencias. Yo no soy un buen lingüista, pero soy extremadamente sensitivo y vivo dentro gran parte del tiempo. Trabajar con las emociones ha sido el camino. Había días que yo estaba difícil en mí mismo, por eso Excéntrico tiene un carácter tan poliédrico y es tan desigual, tiene picos, como nosotros.

La novela va a acompañada de ilustraciones. Explícanos el por qué.
—Fran leyó Excéntrico rápidamente. Una mañana, escuchando a Yoko Ono, en una tertulia muy Fluxus, en un día muy Fluxus, acabamos dibujando y charlando sin parar, surgió. Yo le pregunté: ¿Y si a través de una canción haces ilustraciones espontáneas teniendo en cuenta algunos pasajes del libro? Escuchando Rising II, salieron todas… El complemento que le faltaba a mi puzle, ahí están… A mí me encantan.

Entrevista a Juan Guerrero Sánchez

En la novela aparecen escenas y personajes que se van desfigurando, volviéndose invisibles ¿Qué significado quería trasmitir con estas sensaciones de invisibilidad?
—Cuando me introduzco por la puerta que hay en mi sala de escritura, debajo de la ventana, todo desaparece. Y lo hace lentamente. Siempre me ha llamado la atención al regresar, hay días en los que escribo sostenido por un espacio negro.

Ésta es una reacción de mi subconsciente, o al menos eso creo. Yo no soy nada nostálgico, tengo la sensación de que mi pasado ha desaparecido, como los sueños cuando ya estás tomando el café… Lo que no me importa, termina desapareciendo sin más, no forma parte de mi vida, termina por no causar un efecto, y se desvanece. Imagino que es supervivencia. Me sigue sorprendiendo, y es normal que sea reflejado en lo que hago. Estoy en el ahora y sus consecuencias.


¿Ha vuelto a releer la novela? ¿Qué sensaciones encuentra con la distancia del tiempo?
—Sí la he releído. Soy muy crítico con todo. Y en general prefiero exponer mis opiniones sobre lo que sí que me gusta. Hablo de libros, cortometrajes, opiniones trascendentales, esculturas, obras de teatro o canciones. No soy crítico de profesión, pero conmigo soy implacable. Imagino que es un efecto de la inseguridad, de la sensación de llevar toda una vida escribiendo y de no saber si lo que hago le importa a un número suficiente de lectores como para saber con quién estoy dialogando. En Excéntrico hablo continuamente al lector, le inquiero, le arremeto sin piedad. Serán secuelas del aislamiento, o susurros de mi ego, que lo decida un psiquiatra. No lo tengo tan claro porque después, a la hora de la verdad, desaparece todo y escribo en una incondicional y plena soledad.

Sí puedo decir que estoy contento con el alma del libro. Cuando pinto me pasa igual, ocultaría y añadiría de un modo constante. No soy capaz de dar por terminado casi nada de lo que hago en mi espacio artístico, todo está sujeto a modificaciones. Será porque nunca somos la misma persona y cada día nos transformamos otro poco, y esto afecta claramente a lo que vives a flor de piel. Es como el cuento de la princesa y el guisante.

Hace tiempo que lo di por terminado, muy a mi pesar. Todo tiene su final. Y fue después de haberlo enviado a imprenta, no me quedaba otra... Me gustan los lugares donde se desarrollan las historias de Excéntrico, el fijador de sus piezas, las múltiples ramificaciones en una búsqueda constante, la cantidad de puertas y de ventanas, el laberinto. Pero sobre todo me satisface el resultado final, es una especie de Frankenstein. Por descontado no como el libro, pero sí como el hermosísimo monstruo en sí mismo, después del rayo, que camina torpe y le cuesta ser lo que es, pero ahí está. En el fondo me resulta hasta sexi.


¿Por qué el psiquiatra de su novela no cree en la amistad?
—Me sorprende el calado que ha tenido este asunto. Las historias suceden dentro, son pensamientos, y todos en algún momento hemos considerado que no creemos en la amistad.

La amistad no se vive igual en la juventud que llegada a cierta edad. Hay muchos grados de entrega y con los años la intensidad, la calidad, las entregas en sí mismas, son menos efectivas. La sociedad es cada vez más individualista y las relaciones son cada vez más interesadas. Muchas veces son un arma para luchar contra nuestra soledad, y nos terminamos conformando.

El psiquiatra de Excéntrico ha huido prácticamente a un lugar recóndito de su interior, se ha cansado. Y además, como cualquier diálogo con uno mismo, estaba en un día en el que, por diferentes motivos, terminó rescatando de entre sus muchas conclusiones sobre temas importantes, una falta de fe en la auténtica amistad. Se sentía solo, como nos sentimos todos en múltiples ocasiones.


Parece como si la música y la pintura formarán parte de su creación, como si los integrase plenamente en su obra mezclando varios géneros. Puede explicarnos cómo influyen estas disciplinas artísticas en su literatura.
—Ocurre todo el tiempo, con todo lo que hago. Me dejo influenciar por el aire que acaricie mi rostro, si me despierta algo, lo asimilo. Soy muy mitómano, aunque la intensidad es mucho más leve ahora, con la edad.

Hago yoga desde hace años. He aprendido, gracias a esta disciplina de vida, que también es un arte, a centrarme en asimilar todo lo que me hace bien, no solo a reconocer y gestionar oxígeno respirando mejor o a mover todos los músculos y articulaciones para hacer fluir la energía corporal, también a dejar pasar emociones negativas y a tratar de impermeabilizarme en ambientes tóxicos.
Trato de persuadirme con la belleza y el arte que nos rodea, y facilitar que medie en lo que hago. La música forma parte de mis días, como la comida, la naturaleza, los animales, la pintura o la poesía y les pongo mucha atención, para comprender mejor, para sentir más y poder aprovechar la consecuencia de su influencia.

Me transformaron la vida los animales, vivo con cuatro perros y cuatro gatos. También lo hizo la poesía surrealista y la simbolista, la corriente Prerrafaelita, el arte conceptual, la música, correr por la montaña, la mitología o la filosofía, invadiendo mis emociones, formando parte de cualquier acción, de los modos de mirar a la vida y para debatir, escribir, pintar o descubrir cómo debía de ir avanzando por la vida. Sólo tenemos una y deber ser plena, las medias tintas me dan pavor.


¿En qué proyectos literarios está trabajando?
—Estoy dándole forma a un nuevo experimento. Estoy intentando equilibrar mi prudencia. Ya lo que decía un tema del gran genio Carlos Berlanga: Ser prudente de más es tan malo como no serlo. Éste será un paquete de relatos líricos, que irá acompañado de música, ilustraciones y un par de fotografías.

He decidido dejarme llevar por el surrealismo, que es donde me siento más cómodo, con mayor libertad y con menos pudor que en Excéntrico. . Trato de montar varios columpios en una arboleda, y que cada uno se acomode y se balancee, mirando a mi paisaje e interpretando íntimamente los relatos de mi pasión a su forma, porque el libro tratará de un amor desbocado y febril.


Puedes leer a Juan Guerrero Sánchez en:

EXCÉNTRICO, de Juan Guerrero Sánchez

Excéntrico
Juan Guerrero Sánchez

Colección ANAQUEL DE NARRATIVA, nº6
Con ilustraciones interiores de Francisco Canto Montero
284 páginas • I.S.B.N: 978-84-941115-2-5 • 15€

El lector encontrará en Excéntrico el complejo desarrollo de la locura, de la inestabilidad mental y sus bajos fondos. Conoceremos, de la mano de un psiquiatra, a tres pacientes encerrados en una desordenada institución mental... <<Más>>

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