Su primer poemario, Crónica
de ausencias y De la luz y del olvido, llegará a
las librerías de toda España en unos días. ¿Qué
va a encontrar el lector bajo este título?
Me gustaría que lo que encontrara el lector en estos
dos poemarios que se editan juntos fuera una invitación a compartir
sentimientos sobre algunas de las cuestiones que configuran nuestra
vida: la ausencia, el amor, el desamor, el olvido, la muerte. Todos
tenemos experiencias sobre estas cuestiones; y leer cómo las
afrontan otros puede ensanchar nuestra propia manera de entender la
realidad y de asimilarla. Como interpelación, como coincidencia,
como rechazo: como algo compartido, en cualquier caso, que nos sitúa
frente a nosotros mismos.
El amor como eje central de la poesía. ¿Cómo
se logra ser original en un asunto tan tratado?
El amor es un asunto muy tratado, ciertamente; y no solo
en la poesía. En toda la literatura; y en abundante producción
científica también. Y supongo que esto se deberá
a que es un asunto intemporal, universal, complejo y poliédrico.
Por lo tanto, está claro que ser original no es cuestión
del tema abordado, sino de cómo se aborda. Ojalá pudiera
decirse que estos poemas hablan del amor con un lenguaje propio, que
es creo yo a lo que aspiramos cuantos escribimos.
¿Cómo ha sido el proceso de creación de
este poemario y cómo sintió que tenía que ver
la luz? ¿Qué se siente al exponerse al mundo?
Algunos de estos poemas fueron concebidos hace más de
treinta años; otros, fueron escritos apenas unos meses antes
de entregarlos a la editorial. Mi proceso de creación es mediante
lo que yo llamo la maceración: escribo un poema,
o unos versos, que me vienen de repente, inspirados por los motivos
más variados. Los apunto en lo que tengo a mano y los voy acumulando.
Cada cierto tiempo, me enfrento a ellos y trato de averiguar si siguen
diciéndome algo; y si lo pueden hacer por su cuenta, en un
desarrollo a partir de lo que ya tengo; o pueden interconectarse y
formar juntos un poema. Aunque también hay poemas escritos
prácticamente del tirón. Este procedimiento hace que
los poemas puedan no considerarse terminados nunca. Esa fue la razón
que me llevó a querer publicarlos: solo así podía
darlos por acabados y no retocarlos nunca más. Releídos,
siempre se podría encontrar un nuevo matiz. Yo lo comparo con
un cuadro, que el pintor retocaría o modificaría eternamente
en su estudio: siempre hay una nueva luz o una nueva sombra. Solo
cuando el pintor vende el cuadro, y el comprador se lo lleva a su
casa, se termina el proceso. Lo mismo creo con la literatura.
Publicarlos es el momento de darlos por concluidos. Y también
y más importante para mí de hacer que ya
no sean del todo propios. De verlos con otra perspectiva. Como los
pueden ver quienes los lean, que tendrán que ser quienes los
hagan propios.
Últimamente parece que la poesía goza de muy buena
salud, se ha relanzado la afición por la rima y la métrica,
sobre todo entre la juventud. ¿A qué cree que es debido
este despertar poético?
Quiero pensar que es por la razón por la que siempre
se ha leído en mayor o menor medida poesía:
porque el poético es un lenguaje que obedece a un pensamiento
distinto al que estamos acostumbrados a utilizar para aprehender la
realidad, el lógico-científico. Con el pensamiento y
el lenguaje poéticos podemos crear nuestra realidad, transformarla,
pasarla por el filtro de nuestros sentimientos. Y me parece que los
tiempos actuales necesitan una buena dosis de recreación de
la realidad.
¿Qué le ofrece la poesía en comparación
con la narrativa?
Aunque la narrativa también puede tener la facultad de
ayudarnos a crear nuestra propia realidad, la consideramos más
adecuada para describirla. La poesía, según este razonamiento,
nos aporta más libertad. Quizá cuando leemos poesía
buscamos más la sorpresa, el guiño, la descarga. Aunque,
bien pensado, en la literatura todos valoramos y buscamos lo mismo:
un lenguaje propio, el ritmo, el color, la capacidad de evocar
¿A qué poetas admira, cuáles son sus
poemarios de cabecera, esos que se sabe casi de memoria?
Soy muy ecléctico en mis gustos literarios en
general, y también en cuanto a la poesía. Me gustan
muchos, muchísimos poetas. Unos, porque me han gustado en un
tiempo de mi vida. Otros, porque me han acompañado siempre.
Desde Garcilaso y los místicos a García Calvo; pasando
por toda la generación del 27 y toda la del 36, y por los poetas
de los cincuenta, como Otero, Ridruejo, Celaya
; y llegando a
los más contemporáneos, como Blanca Andreu, Martín
Descalzo, Villena, de Cuenca, Gimferrer, Marga Clarck
. Y extranjeros,
desde Rilke o Whitman, a Vallejo o Mark Strand. Pero si tuviera que
escoger un solo nombre, quizá me decidiera por Miguel Hernández.
Como se puede comprobar, todos muy diferentes. Y, por caer en el tópico,
me he dejado muchos en el tintero.
¿Qué le mueve a escribir?
A escribir en general (pues también escribo novelas),
la necesidad de comunicarme.
Pero creo que escribo poesía para buscarme. Para mí,
la poesía es un proceso de búsqueda de uno mismo: una
manera de desbrozarte, de enfrentarte ante tus propias realidades
y de tratar de encontrarles un sentido.
![]() Crónica
de ausencias y De la luz y del olvido Coleccción ANAQUEL DE POESÍA, nº
77 Un amor profundo y único, la vida enfrentándose a la muerte y el vértigo ante la ausencia conforman los versos de Ignacio Mª Muñoz.... <<Más>> |