Entrevista a Carlos Jiménez de Parga: En la inmensidad del camino celeste

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Entrevista: Carlos Jiménez de Parga
Es necesario recurrir a las fuentes de la cultura clásica y universal con el propósito de pensar con la misma serenidad y sin caer en la apremiante necesidad de crear en abundancia que conlleva la vorágine de los tiempos.
Entrevista a Carlos Jiménez de Parga: En la inmensidad del camino celeste


— Llega a las librerías su poemario “En la inmensidad del camino celeste”, ¿qué va a encontrar el lector tras este bello y sugerente título?
— En primera instancia quisiera advertir que no es un libro de masas, ni tan siquiera para personas o jóvenes que se sientan enamorados y ni muchos menos se encuentren en una relación satisfecha o fracasada. El concepto de amor que se maneja en la obra va más allá de los límites convencionales y de lo políticamente correcto. En cierta manera existe un claro determinismo en el cual se llega a un estado donde se debe deliberar entre entablar una ardua batalla en un clima adverso con un ejército altamente diezmado o apostar por lo que yo denomino, en las notas de autor, el amor simbólico.

— Va usted contracorriente: Todo el mundo deleitándose con el verso libre y usted se centra en los sonetos, casidas, serventesios y elegías. ¿Qué ofrece la rima y la métrica para que no muera en pleno siglo XXI?
— Como bien definió el filósofo polaco Zygmunt Bauman con el término «Tiempos líquidos», nos encontramos ante una tesitura que podríamos denominar de absoluta pérdida de valores sólidos y que ha sido auspiciada con el desarrollo global, el individualismo, la inseguridad, la suma pobreza y una ceguera moral ocasionada por el exceso de información de incierto valor. Así mismo, el imparable progreso técnico de la era digital no se ha correspondido con una adaptación evolutiva de nuestro cerebro cuyas estructuras son, todavía, antropológicamente primitivas; aunque visto desde la perspectiva opuesta, la tecnología de masas y los últimos avances científicos distan mucho de un humanismo que salvaguarde la virtud esencial de una vida honesta con nuestra naturaleza física y espiritual, que respete la dignidad de la persona y la convivencia.

En lo que respecta al campo de la poesía, observo que la sociedad se ha dejado arrastrar por el pensamiento de la sociedad de consumo y actualmente no hay suficientes lectores que asimilen la ingente cantidad de versos que se apilan en los estantes de las librerías. Por otro lado, observo que ciertas editoriales, así como afamados concursos literarios, han sido influenciados por una mimética postmodernidad y prefieren cierta sensualidad y escepticismo en la lírica a transmitir la hondura del ser y la transcendente complejidad de la belleza en lo concreto y lo abstracto. A pesar de ello es incuestionable que existen magníficos poetas actualmente, de todas las edades y latitudes, de los que tengo constancia en las librerías que visito habitualmente. En el caso de mi poesía es un alegato por recuperar la belleza que conjuga la meditada reflexión de la estructura métrica con los más alta y sentida inspiración, al modo del buen hacer de la literatura clásica, las catedrales o los programadores de la época dorada del software español.

— Sus influencias abarcan desde Dante hasta Bécquer, pasando por Camus o Kafka. ¿La receta de escribir bien es leer mucho?
— Por supuesto. Nadie nace con este arte aprendido – y no me refiero a un empirismo aristotélico –, pero sobre todo hay que iniciarse y en mi caso concreto la escuela no fue el lugar más propicio. Como dijo el nobel irlandés George Bernard Shaw: «Mi educación fue muy buena hasta que el colegio me la interrumpió». Fue precisamente en el transcurso de mi primer trabajo en una nave industrial que fabricaba máquinas de acceso público a Internet en los años dos mil, dos mil uno y del estudio a distancia cuando me di cuenta de mis posibilidades. La web hizo el resto. Pero no fue hasta dos mil cinco cuando conocí, en un encuentro fortuito en una cervecería de la ciudad de Murcia, a el que hoy en día es mi mejor amigo: Albert Viciano, que ha escrito el prólogo del poemario. Desde entonces comencé una carrera imparable por recuperar el tiempo perdido: leí una gran cantidad de literatura universal, a interesarme profundamente en la cultura y a viajar, todo ello aderezado con las veladas culturales que con otros amigos organizábamos. Aunque cierto es también que tanto en mi familia paterna como materna ha habido una gran tradición culta.

— ¿Quién es Celia, la musa que ha inspirado buena parte de “En la inmensidad del camino celeste”? ¿Se siente como Dante con Beatriz, un amor idílico y totalmente irreal, por lo que perfecto en el tiempo?
— Retomando un poco la pregunta anterior, cabe decir que los tintes kafkianos podrían definir el conjunto metapoético de la obra en lineas generales, aunque principalmente es la poesía de Dante, Petrarca, Milton y Cervantes, entre otros muchos clásicos, los que guían la filosofía de este modesto trabajo que intentaré continuar en breve. Celia es el arquetipo de joven risueña bajo el cielo azul, mitad intelectual, mitad ángel urbano, que evoca en ciertos momentos el viaje escatológico e interior que inicia Dante para alcanzar a su amada y en cuyo trasfondo último busca a Dios Padre, que es en quien definitivamente el ser anhela diluir su sufrimiento para siempre y en donde se alcanza el equilibrio universal.

— Su obra es un alegato contra la incultura y la domesticación de la sociedad gracias a la televisión basura. Realmente es una obra valiente y, digámoslo, atrevida. ¿Cómo ha sido el proceso de su creación?
— La obra ha sido el resultado de diez años de estudio en literatura universal y de sosegada escritura en momentos de inspiración. Cierto que ha habido poemas que me han llevado incluso semanas, pero en general la media aritmética ha sido de unas cinco o seis horas de la tarde.

Por lo que cita de la televisión, la cual no veo desde 1995, exceptuando los telediarios, creo que la solución al problema de ese medio, la radio y Youtube sigue siendo lo que mencioné en mi anterior respuesta al problema de la sociedad líquida y de consumo. Hemos llegado a un punto donde se han agotado las ideas y cada vez hay más audiencia que escapa a la web, al cine y al teatro, por lo que no veo descabellado cribar o barbechar la oferta mediática con el fin de detener emisiones de dudosa legalidad para volverlas a roturar años más tarde con renovada ilusión y perspectivas más realistas.

— ¿Qué recomendaría a los jóvenes que empiezan a escribir?
— Que escriban con honestidad y que no se dejen engañar por los cantos de sirena de las tendencias actuales, ni se dejen definir por pensamientos apasionados, para lo cual es necesario recurrir a las fuentes de la cultura clásica y universal con el propósito de pensar con la misma serenidad y sin caer en la apremiante necesidad de crear en abundancia que conlleva la vorágine de los tiempos.


Fuente: RNE. Programa Sexto Continente. Febrero, 2017.

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