Coleccción Nebulosa, nº4
I.S.B.N: 978-84-18997-40-2
52 páginas 15,00 €
Prólogo: Constantino Bértolo
<<A LA VENTA EL 11 DE DICIEMBRE>>
En este libro hay dos libros cuyo vínculo es tan estrecho que casi es uno. En Leyendas topográficas se entrelaza prosa poética y verso en un universo de micromundos que surcan cada página. El narrador habla de lugares que conoce, de los que le han hablado, que intuye o vislumbra como la Isla Escondida o Isla Encubierta que «Brotaba y se hundía constantemente en el mar Atlántico». Daniel Bolado ha creado un mundo onírico, irreal, borgiano cuyos personajes son litófilos, ciegos, mudos, verborreicos, fugitivos, buscadores «aunque nadie busca un horizonte cuando se es parte de él». Podrían parecernos lejanos, sin embargo, los sentimos reales y próximos porque, a menudo, actúan como nosotros, «sin escuchar al que esta / al lado, / por escuchar lo que se diría en otro sitio y en otro / momento». La delicadeza se mezcla con el humor negro en una reflexión sobre la vida donde las criaturas que pueblan las Leyendas topográficas libran una lucha inconsciente contra la extinción. Esto es lo que no pudieron evitar los protagonistas de la segunda parte del libro, titulada precisamente Historias de extinción que brota como un reflejo, como el eco de un espejo que ha sucumbido al paso del tiempo pues «A mitad de camino siempre está el final». (Ana Mª Cuervo de los Santos)
Nacido en México. Ha vivido en varios
países como Grecia e Israel antes de residir en España.
Ha colaborado en revistas, periódicos y participado con su textos
en radio y cine. Sus libros Fragmentos y fantasías y De cómo
introducir un cadáver en un bolsillo fueron publicados en México
por la editorial Taller Ditoria. También aparece en la Antología
de literatura mínima de la editorial Cuadernos del laberinto.
En la actualidad, participa en el libro de arte Rinocerontes y trabaja
en textos poético-religiosos.
10.
Entre las gotas del rocío existe un reino de cristal que sólo
parpadeando
se puede percibir.
Nada se rompe en ese mundo.
Sus habitantes son ligeros y silenciosos.
Dentro, se es brillo o pluma, no hay más.
Ahí lo brusco es un
aleteo,
un resplandor repentino.
No hay miedo en esta fragilidad de vuelo y luz tenue.
ORNITORRINCO
Al ornitorrinco se le calificó de animal paradójico porque
tenía tetillas de mamífero, pico de pato, patas palmeadas
y ponía huevos. Estudiando su cuerpo disecado se llegó
a la conclusión de que no existía, que era un truco, algo
creado en el oriente, como las famosas sirenas que hacían los
chinos con monos y cola de pez, cosidos de una manera tan sutil, que
parecían reales.
Menos mal que se dudó de su existencia durante muchos años,
si no, tal vez, ya no existirían, como las sirenas, que se creyó
tanto en ellas que no necesitaron existir para desaparecer.